Desde las montañas hasta la memoria del alma
Un rincón tan olvidado del mapa como lo estaba yo de la mirada amorosa del mundo. Mi infancia estuvo marcada por la ausencia emocional, por un desamor que no se gritaba pero que se sentía, por heridas que mis padres, desde su propio dolor, no supieron ver.
Crecí con un vacío tan profundo como el anhelo de sentido que me acompañaría toda la vida. Pero incluso en esa oscuridad, algo en mí sabía que todo formaba parte de un plan más grande.
Caer, rebelarse, renacer
Mi camino no fue recto ni fácil. Fui la mujer que lo cuestionó todo, que se cayó muchas veces buscando el amor en donde no había raíces.
Atravesé relaciones marcadas por la herida, búsquedas externas que solo reforzaban mi desconexión interna, y momentos donde sentí que no pertenecía a este mundo.
Pero fue en esa caída que la semilla comenzó a germinar. Descubrí la alquimia del dolor, la medicina de la sombra y el lenguaje sagrado del cuerpo y del alma. Así comenzó mi verdadero renacimiento.
El llamado de la Diosa
Mi transformación no fue espontánea: fue guiada.
Primero por la rebeldía, luego por el silencio, y finalmente por la voz suave del Sagrado Femenino que me susurró que no estaba rota, sino en iniciación.
Fue María Magdalena, Isis y el linaje de las antiguas que empezaron a manifestarse en mi camino.
Estudié, canalicé, caminé lugares sagrados, activé memorias olvidadas en Avalon, Egipto y Göbekli Tepe. Y con cada paso, volví a mi cuerpo, a mi útero, a mi misión.
Del dolor a la devoción: mi servicio
Hoy soy sacerdotisa del Divino Femenino, canalizadora, guía espiritual y fundadora de la Escuela de Diosas.
Acompaño a mujeres de todo el mundo a sanar su linaje, activar su sabiduría ancestral y liderar desde su verdad más profunda.
Mi trabajo integra lo ancestral, lo cuántico y lo emocional. No solo imparto sesiones y programas: creo espacios donde la mujer puede volver a confiar en sí misma y en su poder creador. Desde lo humano, con compasión. Desde lo sagrado, con devoción.
Mi propósito: el legado de lo femenino
No vine solo a ayudar a otras mujeres a sanar. Vine a recordarles que no están solas, que lo sagrado vive en su sangre y en sus huesos.
Mi propósito es restaurar el equilibrio entre lo femenino y lo masculino, sembrar memoria ancestral en esta Tierra, y abrir caminos para que más mujeres lideren desde el alma.
Movimiento Diosa no es solo mi proyecto, es una visión colectiva de un mundo donde lo femenino ya no necesita pedir permiso para florecer.
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